Contra el horror del naufragio («cosa grave, aborrecible y desnaturalizada es perecer en el mar», dice Homero), el faro es la esperanza. Barrera colecciona y escribe sus recuerdos con un mismo afán: «Ante el temor a la deriva, coleccionar. Coleccionar, por ejemplo, faros, aporta una dirección, por más arbitraria que sea. Se vuelve entonces una manera no solo de escapar, sino también de construir. Se puede crear mediante la huida», señala la autora.
Si Mariana Enriquez colecciona viajes por cementerios y Rebecca Solnit sus singulares caminatas, Jazmina Barrera hace lo propio con los faros. A modo de diario o cuaderno de viajes, con una prosa depurada y lúcida, registra su paso por Nueva York, Newport, Normandía, Asturias, Reino Unido, siempre en torno a ese espacio, físico y emocional, que la presencia del faro delimita e ilumina.
Reseña editorial